martes, julio 8

El ojo que todo lo ve


Imagina millones de cámaras y conexiones sistemáticamente planeadas que controlen y vigilen absolutamente todo movimiento de las personas, cada evento del mundo registrado en un video que será moniterado y examinado siempre por un cerebro computarizado. Nada ilícito podría darse, una tiranía tal que controle todo los movimientos, un sistema perfecto dónde todo encaja y dónde la revolución no es un concepto posible, dónde sólo se puede soñar con otra situación.

Todos los hombres y mujeres del mundo moviéndose de modo simultáneo, supliendo todas las necesidades. Ni siquiera la naturaleza podría quebrar tal sistema, todo está controlado. Dadas las limitaciones geográficas y numéricas de la tierra es posible que un sistema logre monitorear todo acto, generán patrones, órdenes lógicos, repeteciones azarosas, un sinfín de posibilidades predecibles. Entonces esta máquina lograría un control absoluto de un pedazo del universo. Control absoluto de las posibilidades, se acabo el azar, se acabo la historia.

El hombre entonces confiaría en un instinto de orden superior, en un aliento interno que no se capta al moverse sino al dormir. ¿Podría la poesía ocultar entre sus ramas las armas de la revolución? ¿Podrá lograrse tal poesía que evada la minuciosa tarea del ojo que todo lo ve? ¿Cambiaría acaso el valor de mi existencia en ese estado totalmente vigilado, o sería igual a éste valor?

Me imagino la danza de todas las personas del mundo moviéndose a través de una ciudad futurista y precisa. Dónde un orden lo guarda todo, dónde la poesía es tan silenciosa que el latido la puede ocultar.

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