sábado, diciembre 29

Canción de fin de año, canción de comienzo




Realmente este fin de año no es realmente algo que esté saliendo como hubiera querido. Unos cuantos errores de malentendido y errores garrafales de estupidez mía me han llevado a sentirme mal tanto por culpa mía como por ajena. Mañana parto de Lima Metropolitana a alguna playa del sur, escaparé por momentos de la caótica ciudad. Quien sabe hasta quizá termine drogado e inspirado en una playa y logre unos cuantos buenos momentos. Sin embargo, no importa lo bueno que estén esos momentos sé que posiblemente, muy posiblemente, algunas penas me corroan por dentro. Tal es esta certeza que me apena partir, me apena dar el tiro de gracia de algunos errores. De cualquier modo, ocurre una canción, llega a mis oídos de modo muy preciso y en un momento ideal, una canción de la banda Pavement. La canción se llama Carrot Rope y su melodía pegajosa me hace sentir ligero, como si mis problemas y penas me levantaran en peso sólo para cantar melódicas conmigo. En esta ligereza quiero emprender rumbo al sur, con la ligereza que es una noche más que convencionalmente tomamos de excusa para irnos de Lima, con la ligereza que podré, con suerte, resolver esos errores garrafales, con la ligereza de un viaje de color naranja, de color mandarina.
Espero tengan un año nuevo agradable, pero espero más que esta canción los haga sentir ligeros, sin sentido alguno y en esos momentos de levedad puedan entender que más que un fin de año es un comienzo, sin querer sonar a libro de autoayuda, y algunas canciones van muy bien con el final o el comienzo de una buena película.

Gran canción para buenos momentos:

(Será coincidencia que las zanahorias son naranjas, como los viajes y los buenos momentos)

jueves, diciembre 27

Mutandis Love

Alguien espera, sentado en una banca. Levanta la mirada y el cielo gris de Lima tiene algunos colores fugaces, el rojo, el azul, el morado, el naranja, la luz. Sus cabellos alborotados y negros se mueven suaves por el viento. Mira su reloj, el muchacho espera. Sus manos se mecen y se tuercen entre sí, logrando sonidos secos. Mira sus zapatillas rojas, golpea con ellas el piso llevando un ritmo secreto, en su cabeza se repite una canción, un estribillo de una canción que sólo el conoce. Se detiene en los golpeteos y termina por cantarla. Entre el canto voltea el rostro hacia un lado contrario, contrario a la llegada, y alguien toca su mano que ahora yace apoyada en la banca, el voltea y repentinamente ve el rostro conocido y en la felicidad que recorre su rostro apretándolo en una mueca, sonrisa, recibe un beso en los labios que lo sorprende. La mira a los ojos y abre lento su boca, sus labios se humedecen al separarse y se juntan con los de la muchacha que ha llegado, entre breves besos sus lenguas se estiran, cada una tiene en la punta una boca muy pequeña salivosa, una boca con colmillos que se abre como un animal rabioso. Los mutantes se besan.


domingo, diciembre 2

Breve comentario sobre el hombre que cae


El hombre cae, y su cuerpo no puede detener la caída. El hombre cae y brevemente se oye un golpe sórdido. La ventana de alguna casa cercana se abre a ver como el hombre ha caído. Su cabeza se ha golpeado contra el pavimento. Los pájaros están asustados, han volado lejos del hombre que cae. Lo interesante no sucede en la caída, tampoco en los pajaros asustados ni en la mezquindad de la ventana, lo interesante está en cómo se crean galaxias en la cabeza de este pobre hombre. Como su cabeza desarrolla paraísos artificiales y suprarreales, suprarrenales sus glándulas que generan adrenalina, sus manos se aprietan en el sueño. Giran las perillas de muchas puertas desnudas en la cabeza del hombre y se abren muchas jaulas, se liberan, al mismo tiempo y sin distinción, tanto hombres doctos y eruditos en lenguas muertas como bestias carnívoras y voraces. Se liberan y en la cabeza del hombre se genera un festín dónde todos los vinos corren y se eximen de culpa los hombres pecadores, pues parte de la magia del mundo paralelo es que todo pecado se volverá a cometer.

Cae el hombre y en esa caída y liberación hormonal-sináptica se generarán palabras necias, palabras tontas que reflexionarán sobre aquel festín que ocurre en su licuada cabeza.