miércoles, febrero 25

«Los monjes que estás buscando se encuentran al borde del segundo abismo, debes caminar río abajo. Viven en unos enormes tubos que sobresalen del abismo, los oirás seguramente, suelen cantar allí adentro y el sonido de sus voces queda vibrando en el aire, yo los he oído a muchos metros. Si los oyes mejor espera que acaben sus cánticos, no creo sea buena idea interrumpirlos.» -dijo el viejo mendigo.

domingo, febrero 8

Fragmento de "Antes de la Guerra"

Todas sus motos,
monstruosos aparatos de metal
que recorren el desierto

siempre al poniente
con furia y arena

brillan bajo el sol.




Las rutas de la periferia de la ciudad estuvieron custodiadas, antes de la guerra, por una pandilla de forajidos en motocicletas. Sucios hombrecillos de piel manchada, todo el tiempo por el aceite y polvo, montados en enormes motorizados; hombres que en otra situación no harían temer. Pero la ciudad les había proveído suficiente: chatarra gratis y décadas de orgullo aplastado.

No tardaron mucho en reunirse más de veinte hombrecillos, luego de unas semanas ya habían alcanzado el ciento. Recién entonces constituyeron una amenaza, cientos de aparatos ruidosos moviéndose por el paisaje amarillo, carroñeros que buscaban en sus víctimas todo lo que pudiesen arrancarles. Robaban todo lo que les sería útil; esto va desde ropas hasta órganos y dientes. También practicaban, cuando llamaba el deseo, salvajes sesiones amatorias con sus víctimas sin importar el género o la edad.

Más de una vez tuve que acercarme a sus dominios, se podían oír desde lejos. La suma de sus voces hacía un bramido grave.