domingo, abril 17

¿No era claro, acaso, que la fuente de mayor misterios se halla siempre en la distancia entre un objeto y otro?

Es decir que lo realmente sabroso (haciendo énfasis en el hecho que uno sólo puede saber lo que ha saboreado) se encuentra en las relaciones que el mundo plantea con nosotros.

Me aventuraría a decir que sólo existen relaciones.

Los sujetos, y los objetos abstraídos por los sujetos, en sí mismos representan lo inadvertido. Todo el resto de cosas a las cuáles los sujetos pretenden referirse, toparse, abrazarse, son lo que esencialmente determinarán a los sujetos.

Nos medimos con distancias. Y es bien sabido que entre un punto y otro existen infinidad de puntos.

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