No hay truenos en esta ciudad
aún así
los oigo retumbar
entre los bordes de cemento
casi borrados
por la neblina apresurada.
No hay truenos y los oigo,
como el latido de un gigante
haciendo eco
entre el bosque.
Acompasan
un camino
descubro
nuevo
e invisible
y completamente
irresistible.
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