La actividad astronómica no dista mucho de la actividad literaria. Ambas son disciplinas de la ficción, planteando, cada una a su modo, una realidad fantástica de la cual el registro no está sino apenas sugerido. La observación de los astros, y en mi caso de los planetas, requiere alguna habilidad poética para poder explicar eventos tan alejados o inverosímiles a los ojos.
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