Está muy cerca
la época del año
cuando parece
que es invierno
y verano a la vez,
y los recuerdos
ni son fríos
ni son míos.
Además,
sé ya el desenlace
de todas las historias
de esta época del año.
Yo nací renegado
de los silencios más pequeños,
me ha escupido el azar
y he caído
explorando
el área desierta
de esta región.
Tú no creces
muy lejos
de los matorrales
ni te acercas
demasiado
al mar.
Pero nada tiene que ver
mi caída
con tu cuerpo.
He esperado que el polvo
y la centuria con
las dagas imperiales
me atraviesen y
me arranquen
esa horrible costumbre
de estar mirando
siempre para atrás.
Odio levantarme
con el ruido
de mis sueños
inconclusos.
Todos esos
haces de luz
que te atraviesan
llegan hasta mí
casi un segundo después
me es imposible
dejar de admirar
esa hermosa figura.
Quizá allí
nace la esperanza
por esa embriaguez
y espesa niebla
te posean
casi un segundo después
me mientas.
Escribo en silencio
y entre la más densa
neblina
dos palabras solamente,
y las borro
con la lluvia
en silencio
y no olvido solamente.
Toda la bahía
recorrida en neblina,
recordando que esta piedra
dónde me paro
ha sido
vieja rutina
de los malos días.