Tú no conoces la ciudad
ni el imperio
ni las aves que rodean la muralla
ni el escudo en la torre
ni al monje que no duerme.
No sabes como has llegado,
ni sabes como regresar.
No llevas collares ni tatuajes.
¿Cómo te llamas forastero?
cómo surge en tu memoria
esa imagen borrosa
de un hombre y una mujer
entre sombras y campanas?
Quizá sea ese ojo que mantienes abierto cuando duermes.
O el sonido de la sábana y tus piernas.
En la sombra de tu cama se ha dibujado
un portal triangular.
¿Has soñado,
últimamente,
con caballos?